Las buenas (y malas) aplicaciones.


Es fundamental un control de la calidad de las aplicaciones, ya que errores en éstas pueden implicar el daño a terceros.

 

En noviembre del año pasado, en un campo cercano a la localidad de Ingeniero Luiggi, en la provincia de La Pampa, los propietarios del establecimiento despertaron una mañana de domingo y, al efectuar una recorrida por el campo se encontraron con la más que desagradable sorpresa de encontrar cerca de 180 vacunos muertos. Aparentemente, y aplico este término ya que el hecho es objeto de investigación, la causa de este desastre habría sido un accidente ocurrido el día anterior durante una aplicación del herbicida Paraquat. Al momento de la carga del tanque de la pulverizadora, tomando agua desde un tanque australiano, se produjo un desperfecto con la bomba de carga produciéndose una succión inversa (retrosifón) que hizo que el paraquat contenido en la pulverizadora retornara, por vacío, hacia el tanque australiano.

Posteriormente, los animales bebieron de este reservorio y se produjo su muerte. Además, el SENASA decidió sacrificar unos 20 animales más al considerar que no eran aptos para consumo.

El problema, si ésta fue efectivamente la causa, podría haberse evitado si la manguera de carga hubiera tenido una válvula de flujo unidireccional que impidiera el retorno del herbicida al tanque australiano. Este tipo de válvulas se consigue fácilmente en el mercado a partir de unos $300, dependiendo de su calidad.

También en noviembre de 2016, luego de abundantes lluvias, se produjo una inundación cerca de la localidad de Vértiz, también en La Pampa. A los daños producidos por la misma se sumaron las quejas de los vecinos, ya que, flotando en la inundación, aparecieron numerosos bidones de agroquímicos sin los correspondientes lavados ni perforados y con restos de fitosanitarios.

Recuerdo que, varios años atrás, tuve que viajar a la localidad de Salliqueló, Buenos Aires, para dictar un curso de capacitación. Justamente en esos momentos el pueblo se encontraba alborotado, ya que un aplicador de fitosanitarios había “quemado” una parte importante del arbolado público con 2,4-D. ¡Siempre el eterno problema de la deriva de fitosanitarios!

En estos días, en un campo cercano a Balcarce se está discutiendo la “quema” de cerca de 300 has de girasol ya que, aparentemente, el equipo pulverizador fue mal lavado luego de haber aplicado herbicidas en otros campos siendo el girasol especialmente susceptible a los mismos. O sea que el problema podría haberse evitado de haberse llevado a cabo una limpieza adecuada del equipo, eventualmente con alguno de los muchos productos que se comercializan a tal fin.

Podríamos seguir un largo rato detallando casos en los cuáles los perjuicios e inconvenientes se podrían haber evitado si, efectivamente, se hubieran llevado a cabo las Buenas Prácticas Agrícolas (BPA), pero, lamentablemente, no fue así.

Nota completa en edición papel de Revista Agrocontratistas